La gallinaza es el estiércol de aves de corral, principalmente gallinas, que ha sido utilizado como fertilizante durante milenios. Su nombre deriva directamente de su origen aviar, y representa uno de los abonos orgánicos más tradicionales y conocidos en la agricultura familiar y comercial.
Desde que el ser humano comenzó a domesticar aves de corral hace más de 8.000 años, la gallinaza ha sido un subproducto valioso de esta actividad. Las civilizaciones antiguas ya conocían sus propiedades fertilizantes y la utilizaban para mejorar la productividad de sus cultivos.
En España, especialmente en zonas rurales, la gallinácea ha sido tradicionalmente el abono de referencia para huertos familiares. Su abundancia en granjas avícolas la convirtió en un recurso accesible y económico para pequeños agricultores.
Con la industrialización de la avicultura, la gallinaza pasó de ser un subproducto de traspatio a un fertilizante comercial procesado y estandarizado.
La gallinaza se caracteriza por su alto contenido en nitrógeno, lo que la convierte en un excelente fertilizante para el crecimiento vegetativo de las plantas.
El nitrógeno en la gallinaza está principalmente en forma de ácido úrico y compuestos amoniacales, que se liberan rápidamente y proporcionan un impulso inmediato al crecimiento de hojas y tallos.
Aunque en menores concentraciones que el nitrógeno, la gallinaza también aporta fósforo para la floración y potasio para la resistencia general de las plantas.
Aporta materia orgánica que mejora la estructura del suelo, aunque en menor medida que otros abonos como el humus de lombriz.
Su alto contenido en nitrógeno la convierte en excelente para plantas en fase de crecimiento vegetativo, especialmente hortalizas de hoja como lechugas, espinacas y acelgas.
Aporta nutrientes que estimulan la actividad de microorganismos beneficiosos del suelo, aunque en menor medida que el humus de lombriz.
Tradicionalmente ha sido un abono económico y fácil de obtener en zonas rurales con actividad avícola.
La gallinaza fresca no debe aplicarse directamente a las plantas debido a su alta concentración de amoníaco y posible contenido de patógenos. Requiere un proceso de compostaje adecuado.
Debe aplicarse con moderación debido a su alta concentración de nitrógeno. Una aplicación excesiva puede causar crecimiento vegetativo desmesurado a expensas de la floración.
Es más efectiva aplicarla a principios de primavera, antes del inicio del crecimiento vegetativo activo.
Debe incorporarse al suelo mediante laboreo ligero y regarse abundantemente para evitar la volatilización del nitrógeno.
La gallinaza mal compostada o aplicada en exceso puede causar quemaduras químicas en raíces y hojas por su alto contenido amoniacal.
Su alta proporción de nitrógeno puede crear desequilibrios, especialmente en plantas que necesitan más fósforo para florecer adecuadamente.
Puede contener patógenos como Salmonella o E. coli si no se compostó adecuadamente, especialmente problemático en cultivos de consumo directo.
Su olor y composición pueden atraer roedores, moscas y otros insectos no deseados al jardín.
Mientras que la gallinaza aporta principalmente nitrógeno de liberación rápida, el humus de lombriz ofrece una nutrición más equilibrada y completa. El humus de lombriz no presenta riesgos de quemaduras, no atrae plagas, no requiere compostaje previo y mejora integralmente la estructura del suelo. Además, el humus de lombriz aporta microorganismos beneficiosos vivos, mientras que la gallinaza compostada ha perdido gran parte de su actividad biológica durante el proceso de descomposición.
La producción intensiva de gallinaza está asociada con la industria avícola intensiva, que puede tener impactos ambientales significativos. El humus de lombriz, producido mediante lombricultura sostenible, representa una alternativa más ecológica que utiliza residuos orgánicos locales y genera un producto superior sin los inconvenientes ambientales de la producción industrial de aves.
Ya utilices humus de lombriz, u otro abono o fertilizante, cada planta tiene necesidades específicas. Hemos desarrollado guías detalladas para ayudarte a elegir el abono perfecto según el tipo de planta que cultives.
Descubre las necesidades específicas de cada tipo de planta ornamental y cómo satisfacerlas con los abonos adecuados.
Los árboles frutales requieren una nutrición específica para producir frutos sabrosos y abundantes.
El arte del bonsái requiere una nutrición muy específica y controlada.