El guano es un fertilizante natural formado por las deposiciones acumuladas de aves marinas, murciélagos y focas a lo largo de miles de años. Su nombre proviene del quechua «wanu», que significa estiércol, y ha sido utilizado como fertilizante desde tiempos precolombinos por las civilizaciones andinas que conocían bien sus propiedades excepcionales.
El guano se forma en condiciones muy específicas: climas áridos donde la falta de lluvia permite la acumulación y concentración de nutrientes sin lavado. Las islas del Pacífico, especialmente las costas de Perú y Chile, son las fuentes más famosas de guano de alta calidad.
Durante el siglo XIX, el guano fue tan valorado que se conoció como "oro blanco". Las islas guaneras se convirtieron en fuentes de riqueza nacional y fueron objeto de disputas territoriales debido a su valor económico.
El guano es especialmente rico en fósforo, el nutriente clave para la floración y fructificación de las plantas. Su composición varía según el origen, pero generalmente contiene altas concentraciones de nutrientes esenciales.
El fósforo del guano está en formas altamente disponibles para las plantas, lo que lo convierte en un fertilizante excepcional para estimular la floración, el cuajado de frutos y el desarrollo radicular.
El nitrógeno presente en el guano está principalmente en forma de ácido úrico y sales amoniacales, que se liberan rápidamente y proporcionan un impulso inmediato al crecimiento vegetativo.
Además de los macronutrientes, el guano aporta micronutrientes como calcio, magnesio, azufre y oligoelementos que son fundamentales para el metabolismo de las plantas.
Su alto contenido en fósforo lo convierte en el fertilizante ideal para plantas en época de floración. Es especialmente efectivo en rosales, frutales y plantas ornamentales.
El fósforo no solo aumenta la cantidad de flores y frutos, sino que mejora su calidad, sabor y capacidad de conservación.
El fósforo es fundamental para el desarrollo de sistemas radiculares fuertes, especialmente importante en plantas jóvenes y trasplantes.
El guano es un fertilizante muy concentrado que debe usarse con moderación. Una aplicación excesiva puede causar quemaduras en las plantas o desequilibrios nutricionales.
Es más efectivo aplicarlo antes de la época de floración, generalmente a finales de invierno o principios de primavera, para preparar a las plantas para su período reproductivo.
Puede aplicarse directamente al suelo incorporándolo ligeramente, o diluido en agua para aplicación líquida. Siempre debe regarse abundantemente después de la aplicación.
Su alta concentración de nutrientes requiere precisión en las dosis. Un exceso puede causar quemaduras en las raíces y desequilibrios nutricionales.
El guano puede acidificar ligeramente el suelo, lo que puede ser beneficioso para plantas acidófilas pero problemático para otras especies.
Debe almacenarse en lugar seco y bien ventilado, ya que puede generar gases amoniacales en condiciones húmedas.
Mientras que el guano es excelente para estimulación específica de la floración, el humus de lombriz ofrece una nutrición más equilibrada y sostenible. El humus de lombriz no presenta riesgos de sobredosificación y mejora integralmente la salud del suelo, mientras que el guano es más un «impulso» puntual. Para un programa de fertilización completo, el humus de lombriz como base y el guano como complemento específico pueden ser una combinación efectiva.
Los depósitos naturales de guano son recursos limitados que tardan miles de años en formarse. Su extracción debe ser sostenible para preservar estos ecosistemas únicos. El humus de lombriz, por el contrario, puede producirse continuamente de manera sostenible, lo que lo convierte en una alternativa más ecológica a largo plazo.
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